Con sabor a caña.......


Los invito a seguir capitulo a capitulo, esta historia de amor, les dejo el Segundo capitulo, escrito con el Corazon en la pluma, no se lo pierdan!

CAPITULO II          

RECAPITULACIONES DE UN AMOR,  PARTE I

                5 años atrás, Tiffany decidió hacer un viaje,  estaba  recién graduada de la Universidad de Atenas, donde había finalizado sus estudios en Filosofía, la cual era una ciencia que le apasionaba, y habiendo nacido en Grecia, donde prácticamente se respiraba filosofía, no era raro que se hubiera enamorado de esta disciplina, <<Amor por la Sabiduría>> pensó irónica.

                -Pero hija, que piensas hacer con esa carrera, a caso crees que vas a poder vivir de cuestionar todo lo que pasa a tu alrededor- le había dicho su madre.

                -Claro que no Madre, los filósofos no solo servimos para enredarlo todo, analizamos, reflexionamos, le damos sentido a las cosas, en fin no te preocupes que yo sabré darle utilidad a mis conocimientos, acaso no confías en tu hijita- y beso dulcemente su mejilla.

                -Déjala ya mujer, tu hija es demasiado inteligente como para saber sacar lo mejor de todas las situaciones en su vida, no acaso la hemos educado como se debe, además sabes bien que ya tomo una decisión  y no la haremos cambiar por nada del mundo- el padre de Tiffany sonrió.             

                -Es tan terca como yo-dijo con cierto orgullo en sus palabras.

                -Se que sabrás  tomar las mejores decisiones mi pequeña –tomo sus blancas manos y la miro cariñosamente- y aunque no fuera así, nosotros estaremos siempre ahí para ti, nunca lo dudes.

                -Lo sé papi- y se acurruco en su pecho como un bebe en busca de protección, mientras su padre acariciaba sus castaños cabellos con hermosos reflejos dorados.

                Los padres de Tiffany, eran una adorable pareja que vivía en Kifissia  uno de los más elegantes suburbios al norte de Atenas, donde Tiffany había pasado hasta ahora toda su vida, acostumbrada a una existencia con ciertas comodidades gracias a los negocios de sus padres, quienes tenían en total 3 cafeterías-bar, la más famosa en una zona cercana al parque Kefalari, donde  por décadas había sido la preferida de jóvenes y estudiantes.

                El padre de su madre (ósea su abuelo), había sido un militar que durante la guerra fría, cuando E.U.A., tuvo una gran presencia  militar en Grecia se había refugiado en esta zona, al término de la segunda guerra mundial, decidió traer a su esposa e hija, y monto un pequeño bar estilo americano, que dejo como herencia a su hija, el cual con el tiempo se convertiría en cafetería-bar.

                En una viaje por vacaciones que hizo la madre de Tiffany a Europa conoció a su padre, fue amor a primera vista, el guapo español, la conquisto con sus encantos, no existió para ellos la barrera del idioma, fue algo indescriptible lo que nació entre ambos, tanto que los hizo amarse más allá de las palabras, con la profundidad del alma.

                Gracias a esta mezcla de culturas, Tiffany hablaba perfectamente, Ingles, Español y griego, que era su idioma natal, tenía una fuerte influencia de la sangre española de su progenitor, sus hermosos ojos color ámbar eran la viva imagen de los de sus padre, pero a diferencia de él, los de ella  poseían tupidas pestañas en tono  castaño obscuro, con unas delineadas cejas que enmarcaban su enigmática mirada, todo mundo le decía siempre, que mirarla era intimidante y eso le gustaba, creía que le otorgaba un poco de poder sobre los demás, algo que algún día imaginó que podría  usar a su favor.

                Tenia delicadas facciones,  una fina nariz herencia de su familia materna,  un ovalo facial que armonizaba perfectamente con sus carnosos labios rosados, se podía decir que tenía un rostro casi matemáticamente perfecto, para completar el conjunto un terso cutis, con sonrojadas mejillas, blanco como la porcelana  y  una larga cabellera ondulada en tonalidad castaño claro, con reflejos dorados, que en ocasiones parecía estar bañada de oro, con una belleza natural, impecable.

                La historia de amor de sus padres le impulsaba a no dejarse llevar por falsos amoríos, no quería confundir el amor verdadero con algo pasajero, sabía que cuando lo encontrara  no tendría duda, no tenía la menor idea de cómo lo reconocería, ni cuando sucedería,  pero estaba segura de que así seria, pues lo había visto en sus padres, en sus miradas,  en cómo sin hablar podían decirse mil palabras, solo con una caricia, con un gesto,  se entendían a la perfección, ella lo llamaba, “El lenguaje del amor”,  esa clase de amor era el que ella soñaba y estaba segura que debía estar ahí  en algún lado esperando por ella,  era una cita sin fecha, ni hora a la que no faltaría.            

                Y ahí estaba ella, con su título universitario en Filosofía, un montón de sueños y unas cuantas desilusiones en el camino, había conseguido un trabajo como maestra en una prestigiada escuela de educación media, las clases iniciarían en un par de meses, además monto un pequeño apartamento en el centro de Atenas, cercano a su trabajo.

                 Ahora sí, estaba por su cuenta, aunque siempre podría contar con sus padres, comprendió que ya era tiempo de enfrentar la vida con lo que le trajera,  así que se dispuso hacer ese viaje para encontrarse con ella misma, para aprender a estar sola y sobre todo, aprender a disfrutar esa soledad, lo tomaría como una preparación a lo que vendría más adelante, así era ella, le gustaba tener el control de las situaciones, y esta no sería la excepción,  aunque muy dentro de sí  se advertía tan vulnerable como un pequeño cachorrito recién nacido, tomaría las riendas de su vida y enfrentaría esta nueva etapa, y este era para ella el primer paso.

                Una compañera de la universidad le había dicho que había un encantador lugar cercano a los bosques de Málaga, su amiga había pasado el verano anterior en la Posada Dickens y era según sus palabras –“Un paraíso de tranquilidad, para la  ajetreada  vida del ser interno que pedía a gritos redimirse, en  el que te olvidas por completo del mundo, dejándote envolver por la majestuosidad de su paisaje” – A Tiffany  le parecía gracioso que sus colegas siempre estuvieran hablando como si estuvieran en medio del  Agora, donde los antiguos filósofos solían debatir y dar rienda suelta a su potencial creativo.

                A su juicio era una buena idea conocer un poco de la tierra de su padre, además hablaba perfecto español no tendría ningún problema para hacerse entender por las personas del lugar, al llegar en verdad le pareció que su amiga había sido modesta con la descripción, no entendía como tan solo con mirar a su alrededor podía sentir tanta paz.

                El camino era impresionante,  bordeado de pinos, que se erguían imponentes  hacia el cielo, solo permitiendo penetrar levemente los rayos del sol. Tenía que caminar unos cuantos kilómetros hacia adentro antes de llegar a donde se alojaría, y en verdad lo estaba disfrutando, sentía esa mística sensación de ser observada, de escuchar sus propios pensamientos, le parecía estar en un laberinto color marrón, sin principio, ni final, le habían dicho que caminara en dirección al sol y no cambiara para nada el rumbo, empezó a sentir temor de no encontrar nunca su destino, mientras la envolvía la magia del bosque, hubo  un momento en que creyó escuchar que los pinos le hablaban  suavemente al oído   << no seas tonta, es tan solo el susurro del viento>> se tranquilizo.

                Después de dejar atrás el bosque encontró un camino de olivos y unos metros más adelante, la posada Dickens, era también un sitio muy agradable, una bonita posada rural de madera y piedra, no muy grande pero tampoco pequeña, albergaba a unos cuantos inquilinos en su mayoría extranjeros, que habían ido ahí también a disfrutar de la tranquilidad de la zona,  la casa estaba rodeada de verde pasto en el cual un bonito  porche con hamacas y sillones , complementaban  una pequeña  área de descanso en la parte trasera,  al frente de la posada estaban  dispuestas varias mesas hechas con troncos de madera al igual que los bancos, y un rustico modulo de juegos infantiles de madera, con una casita del árbol, a la cual se accedía por un inestable puente colgante (muy peligroso a su ver), en el cual los niños podían entretenerse mientras los padres, comían o tomaban algún aperitivo, disfrutando de la esplendida vista al lago.

                El interior no era menos agradable que el exterior de la posada, en el piso superior se encontraban los cuartos para los huéspedes, en la planta baja, había una gran cocina donde siempre había una revolución desde el amanecer, hasta altas horas de la noche, comandadas por Mirta Almagro, la simpática cocinera de la posada y además, amiga incondicional de la Sra. Dickens.

                María del Carmen Arcos, que era el nombre de soltera de la Sra. Dickens,  conoció a su marido en su natal Andalucía, donde Mirta y ella crecieron,  María del Carmen y su marido, iniciaron con un pequeño hostal donde recibían inquilinos de la región, y poco a poco lograron que su negocio creciera, con mucho esfuerzo y dedicación,  cuando la Sra. Dickens enviudo, Mirta que era una solterona “por  propia y gustosa decisión”, como ella solía decir, decidió ir a apoyar a su amiga y se mudo a la posada, desde entonces se cuidaban y defendían una a la otra, incluso parecía que cada una sabia más de la otra que de sí misma.

                El comedor principal estaba organizado con varias mesas, cada una con cuatro sillas de madera de roble fino con pequeñas imágenes de hojas de olivos en relieve talladas en el respaldo, las mesas eran rectangulares vestidas con finos manteles de algodón color ivory, haciendo contraste a un lindo cubremantel de organza brillante color verde olivo, las mesas estaban colocadas estratégicamente, frente a los amplios ventanales que daban al área de descanso, por los cuales la luz natural irrumpía, iluminando cada espacio del amplio comedor, en las paredes,  cuadros hechos de herrería simulando racimos de uvas, sostenían pequeñas velas para alumbrar por las noches,  ayudando al antiguo candelabro  en forma de araña color bronce que irradiaba solo una tenue luz.

                Su paso por el salón fue rápido, solo alcanzo a distinguir una impresionante cuadro que abarcaba casi toda una pared,  donde destacaba un camino de pinos, bañados de un hermoso atardecer color ocre, con un sol a punto de perderse en el ocaso, tras un suntuoso paraje de olivos, era tan real que momentáneamente creyó estar afuera, sintió un leve jalón en su brazo derecho, que la saco de su abstraído pensamiento, sin darse cuenta la Sra. Dickens le había puesto ya la llave de su recamara en su mano.

                -Here is your key Darling, welcome to our…….-le estaba diciendo cuando Tiffany la interrumpió

                -Oh no se preocupe, hablo español

                -Perfecto querida- contesto un poco incredula- entonces, sea bienvenida, esperamos se sienta cómoda, la llevare a sus aposentos, la cena se sirve a las 8:00, si necesita cualquier cosa no dude en llamarme- y se despidió con un amable gesto en el rostro.

                                Había sido un largo viaje y hasta ahora todo iba de maravilla, se dispuso a tomar un baño para antes de la cena, pues sentía que traía partículas de Grecia por todo su cuerpo, aunado a algo del polvo del camino.
                                Quería desconectarse completamente y suspenderse  integra en este nuevo episodio de su vida, se dejaría llevar, esta vez no trataría de controlarlo todo, seria instintiva  y despreocupada, la mujer que muy dentro de si, pide a gritos ser liberada de vez en cuando, pero que ella siempre reprimia, y ahora, era el tiempo de ser libre y entregarse a esta nueva Aventura
                              Total, que podria perder?-penso para si dando un profundo suspiro, sin saber, que ironicamente, la respuesta que la vida le tenia preparada, cambiaria por siempre el rumbo de su destino.

 

 

               

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