Con sabor a Caña
EN ESTE ESPACIO ME GUSTARIA COMPARTIR CON USTEDES UNA DE MIS GRANDES PASIONES QUE ES ESCRIBIR HISTORIAS, DESCRIBIR CON PALABRAS SITUACIONES, QUE NOS ENAMOREN, NOS ALEGREN, NOS ENTRISTESCAN, EN FIN QUE NOS HAGAN SENTIR, LOS INVITO A LEER ESTA HISTORIA DE AMOR, LA CUAL ESTARE PUBLICANDO UN CAPITULO POR SEMANA, ESPERO DISFRUTEN LEYENDOLA, TANTO COMO YO DISFRUTO COMPARTIENDOLA CON USTEDES, LOS INVITO A ENAMORARSE……DEL AMOR.
CON SABOR A
CAÑA…….
CAPITULO I
LOS
FANTASMAS DEL PASADO
Era una hermosa tarde de verano,
Tiffany se instalaba en la habitación que meses antes había reservado en una afable posada, dispuesta a pasar un verano tranquilo y
apacible, tras un agotador ciclo escolar
en el que había tenido que despedirse de sus queridos estudiantes,
quienes dejaban su educación media para continuar sus estudios en la siguiente
etapa de sus jóvenes vidas.
Era duro tener que desprenderse de tantos
recuerdos y momentos vividos, pero a la vez
era gratificante recordar sus caritas de alegría por haber cumplido la
meta, además de las miradas de agradecimiento de los padres que se sentían como
afectuosos abrazos, en verdad ser maestra la hacía sentirse orgullosa y
satisfecha, pero no podía negar que era desgastante y necesitaba descansar
tanto cuerpo, como mente…. de su alma ya se ocuparía después.
Tan sumida estaba en sus
pensamientos que no se dio cuenta que había dejado la puerta entreabierta y dio
un pequeño salto cuando la Sra. Dickens toco suavemente para hacer notar su presencia.
Junto con su marido la Sra. Dickens había
logrado hacer de este hostal el más reconocido del pueblo, ahora viuda
trabajaba muy duro para que todo funcionara como cuando él vivía, era un lugar realmente agradable, se
encontraba en medio del bosque, rodeado de pinos, como a 40 km del pueblo, frente a la casa había un hermoso lago con un pequeño muelle
que era la principal atracción del lugar, el paisaje era encantador, justo lo
que necesitaba para llenarse nuevamente de energía.
-Buen día querida- dijo la Sra. Dickens.
Tenía todo el aspecto bonachón
de una linda abuelita, su tez blanca como la leche en la que resaltaban sus pequeños
ojos de color azul profundo como el agua del lago.
<<Tal vez absorbieron el color del agua
de tantas veces que ha visto ese lago>> penso Tiffany.
Su cabellera
plateada estaba graciosamente recogida en un moño que dejaba algunos
mechones sueltos en su cara los cuales siempre estaba alejando de los ojos con
su mano, era divertido verla pelear con su cabello, tan apurada como para no
recogerlo completamente.
Aunque no era muy alta, era corpulenta y
vigorosa con más años de los que aparentaba, pero con una vitalidad envidiable.
<<Realmente hace bien vivir en medio de
la nada>> pensó sonriendo para sí.
-Le dejo toallas limpias Srita. Maciello, la
comida estará lista en media hora, sea puntual por favor, es un placer verla de
nuevo por aquí.
-Ahí estaré, muchas gracias- y la Sra. Dickens
salió de la habitación tan rápido, que
no supo cómo pudo cerrar la puerta con tanta delicadeza.
Se quedo contemplando la decoración, era una pieza muy agradable,
se dispuso a guardar su ropa en el gran armario que estaba a un lado de
la ventana, el cual tenía dos grandes
puertas cerradas con una llave antigua en forma de corazón, al abrirlo el olor
a pino le lleno los pulmones y no pudo evitar recordar la última vez que estuvo
ahí, 5 años atrás, una punzada en el
corazón le hizo desistir de sus dolorosos recuerdos y volví a lo suyo.
Las habitaciones no habían
cambiado mucho, a excepción de las rosas frescas que perfumaban el ambiente,
colocadas dentro de un bonito pichel de
cerámica blanca que adornaba la mesita
de noche, situada enseguida de la cama,
todo lo demás se veía igual que la última vez que estuvo ahí, impecablemente limpio.
Las paredes estaban tapizadas con motivos
florales, pequeñas azucenas en un delicado tono durazno aportaban calidez
a la decoración sin recargarla, todos los muebles eran de madera de pino color
natural, en medio del cuarto se encontraba la cama que era la protagonista
principal, con una hermosa cabecera de cobre que simulaba rosas que se
entrelazaban con hojas, tan dorada que
brillaba con el reflejo del sol, vestida con una acogedor edredón blanco de
pluma de ganso y dos mullidos almohadones, en verdad te invitaba al descanso.
No pudo resistir y se recostó un
momento sintiendo la suavidad del edredón y como su cuerpo encajaba a la perfección en la cómoda
cama, al reincorporarse para continuar en lo que estaba, noto las bellas rosas en el
jarrón, eran de un rosa intenso y pendían pequeñas gotas de agua de sus
pétalos, acaricio una rosa y la tomo con delicadeza como si fuera a deshacerse
en sus manos, aspiro su delicioso
perfume y nuevamente sin darse cuenta los recuerdos daban vueltas en su mente,
atrapándola como dentro de un tornado, no pudo evitar sentirse mareada y quiso
dejar la rosa colocándola de nuevo torpemente en el jarrón, provocando que este cayera de la mesita de noche y quebrándolo en pequeños pedazos
blancos.
Al tratar de limpiar, se cortó el dedo índice y una pequeña gota
roja asomo haciendo que instintivamente se llevara el dedo a la boca, no pudo más y salió
rápidamente de la habitación, se sentía confundida y aturdida los fantasmas del pasado la atormentaban.
Se dirigió hacia el bosque, a su
paso vio a los demás inquilinos en la mesa del comedor dispuestos a iniciar la
comida, pero no le importo que
estuvieran esperando por ella, se disculpo argumentando falta de apetito
y se alejo del lugar lo más rápido que pudo.
Lo que apenas unas horas atrás
le había resultado tranquilo y pacifico, en este momento le sofocaba. En lugar
de ir hacia el bosque decidió ir rumbo al lago, buscando algo de paz en la
quietud de sus aguas, al llegar se quito los mocasines y se recargo sobre su
espalda percibiendo la suave brisa en su rostro, no pudo contenerse y empezó a sollozar.
¿Como podía haber vuelto?, era
un gran error estar de nuevo ahí, en ese
lugar en el que fue tan feliz y a la vez la vida le arrebatara esa felicidad de
sus manos, fueron dos hermosos años de entrega
absoluta, de pasión desmedida, de
sensaciones indescriptibles que de solo recordar hacían estremecer cada fibra
de su cuerpo, y de repente, sin aviso previo, sin conciencia y sobre todo sin
la oportunidad de poder vivirlo de nuevo, así de la nada lo perdió todo, en ese
maldito lugar.
En realidad había creído que
estando de nuevo ahí, enfrentándose a un
pasado que la perseguía, podría cerrar ese lastimoso capítulo de su
vida, algo que ni la distancia, su trabajo o el tiempo habían podido lograr, aunque
poseía la habilidad de poner de lado aquello que no la dejara continuar
adelante y acostumbrada a mantener el control,
solo hizo a un lado su pena y siguió avante, hasta que un día advirtió
que estaba vacía por dentro , sin ilusiones y viviendo solo por vivir, con el
corazón destrozado y el alma seca, y
decidió que no podía permitirlo, no mas, buscaría la redención y sanaría sus heridas a como diera lugar, se
sintió estúpida, quería salir huyendo,
regresar a la seguridad de su mundo,
tranquilo, apacible, pero vacío, absorta
en sus pensamientos, confundida y vulnerable, decidió que seguiría adelante, así
tuviera que perder el alma en el intento………..
Con sabor a caña? como la nueva España? Me gusta el cuento, pero no entiendo por qué los nombres tienen que ser sajones? Por qué no era La Sra. Perez. de ahí en fuera felicidades!
ResponderEliminargracias amigo, eso es por que creo que estoy demasiado influenciada en mis lecturas por Corin Tellado, jajaja, no sabia que ya existia el titulo, espero que no sea problema, tu que eres compatriota, a que te suena el sabor a caña??, algun pueblo de nuestra juventud que tenga que ver con eso??,creo que cuando escribo me proyecto un poco, que bueno que te gusto, saludos!
ResponderEliminarCon sabor a caña, me recuerda la otra España de mocedades. que dice "Tú eres la otra españa la que huele a caña, tabaco y brea" Con sabor caña me recuerda a Navolato, Altata y la casa de quien sabe quién. buenos tiempos.
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